Oso pardo - Ursus arctos Linnaeus, 1758

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Portada

 

Identificación

 

Estatus de conservación

 

Distribución

 

Hábitat

 

Ecología trófica

 

Biología de la reproducción

 

Interacciones entre especies

 

Comportamiento

 

Bibliografía

 

 

Key words: brown bear, distribution, Iberian Peninsula.

 

Distribución geográfica

Distribución global

El oso pardo (Servheen, 1989) es la especie más extendida de todos los Úrsidos, apareciendo en Europa, Asia y Norteamérica, desde ambientes de tundra ártica a desiertos secos. El areal de la especie se ha reducido drásticamente desde mediados del siglo XIX con la difusión de las armas de fuego, la ocupación de amplias zonas oseras y la alteración o destrucción del hábitat.

En Europa (Servheen, 1989), las zonas más extensas de ocupación corresponden a Escandimavia, la cordillera de los Cárpatos (Rumania, Eslovaquia y Polonia) y los montes de Dinara y Rhodope, desde Croacia y Eslovenia por Serbia hasta Macedonia y Grecia. Las poblaciones relictas meridionales corresponden a Italia (núcleo de los Apeninos y del Trentino y las Dolomitas), los Pirineos francoespañoles y la Montaña Cantábrica.

En Asia el oso pardo habita desde la tundra y los bosques boreales de la Siberia rusa hasta el Himalaya y Turquía, con poblaciones disyuntas e insularizadas en el sector sureño y fuerte declive constatado desde Siria a China. El núcleo mejor conservado es el de Rusia, al este de los Urales, estimado en unos 30-33.000 ejemplares que ocupan una zona de 1.700.000 km cuadrados. Queda una pequeña población en la isla de Hokkaido (Japón).

En Norteamérica, hay dos subespecies de oso pardo: U. a. horribilis, el grizzly, extendido por toda la zona continental, y U. a. middendorffi, el oso pardo gigante de las islas de Kodiak, Shuyak y Afognak, en Alaska. El área de distribución histórica se extendía por la mayor parte de la zona occidental de Norteamérica, desde el Ártico hasta el centro de Méjico, pero hoy se ha reducido a la mitad. Actualmente, los osos grizzly más meridionales residen en la zona de Yellowstone, en Wyoming (Estados Unidos).

Distribución en la península Ibérica

Las poblaciones de oso pardo comenzaron a decaer desde el Neolítico (García-Vázquez et al., 2015)1.

Nores y Naves (1993) describen la distribución histórica del oso pardo en la Península Ibérica, iniciándola a partir de los datos de distribución antigua descritos, a mediados del siglo XIV, en el Libro de la Montería, encargado por el rey de Castilla Alfonso XI, en el que aparecen núcleos oseros desde los montes de Tarifa y la sierra de Aracena hasta todas las montañas del norte, aunque estaba ausente de buena parte de Galicia y presentaba distribución discontinua en Andalucía y Murcia (Fig. 1 y 2).

 

Figura 1. Áreas con montes con presencia de oso citados en el Libro de la Montería (círculos) y localidades obtenidas de diversas fuentes de los siglos XVI y XVII (triángulos). Según Nores y Naves (1993).

 

Figura 2. Áreas con montes con presencia de oso citados en el Libro de la Montería (líneas discontinuas finas) y localidades obtenidas en las Relaciones Topográficas de Felipe II con presencia de oso (círculos negros) y con ausencia de oso (círculos blancos). Según Nores y Naves (1993).

 

En el siglo XVI se le podía encontrar, al menos, en parte del Sistema Central, en los Montes de Toledo, en ambas márgenes del Guadiana central y en Sierra Morena. En el XVII desaparece de estas zonas y empieza una fuerte regresión, incluso al norte del Sistema Central, que culmina en la ruptura de la continuidad cántabro-pirenaica entre este siglo y el siguiente. La causa de este fuerte retroceso la achacan a una persecución sistemática que continuará hasta finales del siglo XIX. En este siglo, en Lugo, Orense y león, van aislándose pequeños núcleos que desaparecen de la gran mancha osera cantábrica extendida entre los Ancares y la provincia de Burgos (Figura 3).

 

Figura 3. Distribución del oso pardo a mediados del siglo XIX según los datos del Diccionario de Madoz (zonas sombreadas). Los círculos blancos representan ejemplares erráticos y los círculos negros citas de oso en el primer cuarto del siglo XIX. Según Nores y Naves (1993).

 

En el Pirineo, se extiende desde Navarra a Lérida. En la primera mitad del siglo XX se divide la población cantábrica en dos, por la desaparición en el este de Asturias, y en la segunda mitad, la continuidad pirenaica se escinde en, al menos, tres pequeños núcleos.  

Distribución en la Montaña Cantábrica

Notario (1964) describe montes y sectores con osos en los dos núcleos cantábricos. Posteriormente, Braña et al. (1979) delimitan cartográficamente la distribución de las dos subpoblaciones cantábricas. Después, Campo et al. (1984) detallan la distribución y superficie ocupada, apoyados en la información obtenida a partir de cuestionarios enviados a la guardería, encuestas orales en el área de distribución y datos de observación de ejemplares e indicios de presencia. Los datos logrados los agrupan en cuadrículas de 5 x 5 km ., diferenciando presencia comprobada y probable, y estiman las superficies ocupadas: 2.700 km cuadrados en la población occidental y 2.725 km cuadrados en la oriental.

La nueva aproximación de Naves y Palomero (1993) define una población occidental que ocupa 2.600 km cuadrados, 700 de ellos en Castilla y León (sector del alto Sil, sierra de Gistreo y Ancares leoneses), otros 65 en Galicia (Ancares lucenses) y 1.835 en Asturias, desde la cuenca del Navia hasta Proaza, Comentan el estrangulamiento a la altura del puerto de Leitariegos, que permite la comunicación entre los dos núcleos reproductores más importantes (Somiedo y Monasterio de Hermo con Degaña y Alto Sil), a través de un corredor de 10 km . de anchura, cada vez más presionado por actividades mineras y turísticas. Otros corredores que juzgan importantes son el del puerto de Cienfuegos, tránsito entre Degaña y los Ancares; la sierra de Begega, comunicación entre Somiedo y la sierra del Courío, y el estrecho corredor boscoso entre el macizo de las Ubiñas y la Sierra de Sobia, en los concejos asturianos de Teverga y Quirós.

La población oriental se extiende por un ámbito de 2.480 km cuadrados, 2.168 de ellos en Castilla y León, 226 en Cantabria (La Liébana y nacedero del Ebro) y 86 en Asturias (montes de Redes y Ponga). Destacan el papel de la sierra del Curavacas como pasillo entre los núcleos oseros de Riaño (León) y las cabeceras boscosas del Pisuerga (Palencia).

La distribución actual en la Montaña Cantábrica se recoge en Naves y Fernández-Gil (2002, 2007).

La movilidad característica de la especie, acentuada en algunas clases de edad y sexo (machos adultos en la época de celo o subadultos en dispersión, sobre todo machos), proporciona datos de presencia esporádica en los bordes de las áreas de distribución habituales. Sirven como ejemplo el oso atropellado cerca de la costa, en Faedo (Cudillero), hacia 1975, o el cazado en un lazo, en 1986, en los límites entre los concejos de Luarca y Salas. Otro ejemplo es el oso observado en mayo de 2006 en la sierra de O Courel (Lugo). Un caso particular es la presencia esporádica de osos entre las cuencas durienses del Cea y Carrión, hasta 25 km al sur del área de distribución oriental, en un paisaje de meseta dominado por rebollares y repoblaciones de pino albar, con frecuentes ataques a colmenas. Clevenger (1991b) comenta que el oso radiomarcado en Riaño, en el verano de 1988, se desplazó hasta las inmediaciones de Sahagún de Campos (León), en la cuenca del río Cea, atacando a varios colmenares en el sector de Río Camba.

La expansión natural de las dos poblaciones cantábricas está limitada por la falta de hábitat adecuado. El núcleo oriental podría extenderse por su extremo nororiental a las zonas boscosas del puerto de Palombera (Cantabria) y, sobre todo, al noroeste, hacia los montes de los concejos asturianos de Caso, Ponga, Aller y Sobrescobio. Las expectativas de la población occidental son más limitadas y apuntan por el sur a los términos municipales leoneses de Noceda, Igüeña, Riello y Murias de Paredes.

Marquínez et al. (1986) describen dos datos de recolonización en el sector asturiano de la población occidental, ocurridos en torno a los años cincuenta, en los montes de Proaza y la sierra del Courío.  

Distribución en los Pirineos

Couturier (1954) indica que el área de ocupación pirenaica se extiende desde el bosque de Irati, en el borde occidental, hasta los pinares de Ariège, en el extremo oriental, y se extiende por 6 provincias francesas: Pyrénées Atlantiques, Hautes Pyrénées, Haute Garonne, Ariège, Aude y Pyrénées Orientales. Dendaletche (1986) y Parde y Camarra (1992) comentan la existencia de tres núcleos pirenaicos: uno occidental, alrededor del valle de Roncal, el de Hecho y la ladera francesa de Somport y Midi d’Ossau, con los valles de Aspe, Ossau, Barétous y Gaves,en Béarn; uno central en los bosques de Luchon, Barousse, Aut. Couserans, Vallier y la Val d’Arán; y otro oriental, entre Andorra y la frontera entre Aude, Ariège y Pyrénées orientales.

En Navarra y Aragón (Caussimont y Fillat, 1986; Caussimont et al., 1983) se estima un área ocupada de 590 km cuadrados, en los valles de Roncal, Ansó, Hecho y Candanchú. Existen indicios de alimentación y desplazamiento de forma continuada, aunque esporádica, en el valle de Benasque y en la Ribagorza de Huesca. Frecuentan los lugares de mayor diversidad paisajística, desde los fondos de valle a los pastos de altura, con preferencia por el bosque de haya, pino silvestre y abeto blanco, y el karst navarro de Larra, de pino negro y pasto.

En Cataluña (Alonso y Toldrá, 1993) la distribución corresponde al norte de la provincia de Lleida, en Val d’Arán y Pallars Sobirá. El eje Beret – Bonaigua y los valles de Artiga de Lin y Bauset se consideran los más querenciosos.

La distribución actual en los Pirineos se recoge en Naves y Fernández-Gil (2002, 2007).

Bajo escenarios climáticos disponibles para el siglo XXI, los modelos proyectan contracciones en la distribución potencial actual ibérica entre un 99% y un 100% y el nivel de coincidencia entre la distribución observada y potencial se reduce hasta un rango de entre un 0% y un 1% en 2041-2070 (Araújo et al., 2011) 1.

 

Referencias

Alonso, M., Toldrá, L. X. (1993). El oso pardo en Cataluña. 339-350. En: Naves, J., Palomero, G. (Eds.). El oso pardo (Ursus arctos) en España. ICONA, Madrid.

Araújo, M. B., Guilhaumon, F., Rodrigues Neto, D., Pozo Ortego, I., Gómez Calmaestra, R. (2011). Impactos, vulnerabilidad y adaptación de la biodiversidad española  frente al cambio climático. 2. Fauna de vertebrados. Dirección general de medio Natural y Política Forestal. Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, Madrid. 640 pp.

Braña, F., Campo, J. C., Lastra, C. (1979). Sobre el oso pardo en la Cordillera Cantábrica : situación actual y datos de alimentación. La grande faune pyrénéenne et des montagnes d’Europe: 91-101.

Caussimont, G., Fillat, F. (1986). El oso pardo en el Pirineo navarro y aragonés: primeros resultados de una investigación de campo: 1983-1986. Pirineos, 128: 129-140.

Caussimont, G., García-Serrano, A., Herrero, J. (1993). El oso pardo en Aragón y Navarra. Pp. 323-338. En: Naves, J., Palomero, G. (Eds.). El oso pardo (Ursus arctos) en España. ICONA, Madrid.

Campo, J. C., Marquínez, J., Naves, J., Palomero, G. (1984). Distribución y aspectos poblacionales del oso pardo (Ursus arctos) en la Cordillera Cantábrica. Acta Biologica Montana,4: 371-381.

Clevenger, A. P. (1991b). Movimientos y dominio vital. Pp. 47-72. En: Clevenger, A. P., Purroy, F. (Eds.). Ecología del oso pardo en España. Monografías del Museo Nacional de Ciencias Naturales, 4. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.

Couturier, M. (1954). L’ours brun. Grenoble.

Dendaletche, C. (Ed). (1986). L’ours brun. Pyrénées,, Abruzzes, Monts Cantabriques, Alpes du Trentin. Pau.

García-Vázquez, A., Pinto Llona, A. C., González-Fortes, G. M., Grandal-D'Anglade, A. (2015). Distribución y cronología del oso pardo (Ursus arctos L.) en la Península Ibérica durante el Pleistoceno Superior y Holoceno. Spanish Journal of Palaeontology, 30 (1): 161-183.

Marquínez, J., Naves, J., Palomero, G. (1986). El problema de la supervivencia de las pequeñas poblaciones de oso pardo: el caso de las poblaciones cantábricas. Jornadas sobre la Conservación de la Naturaleza en españa. Libro de Ponencias y Comunicaciones. Oviedo: 193-196.

Naves, J., Fernández-Gil, A. (2002). Ursus arctos Linnaeus, 1758. Oso pardo. Pp. 282-285. En: Palomo, L. J., Gisbert, J. (Eds.). Atlas de los mamíferos terrestres de España. Dirección General de Conservación de la Naturaleza – SECEM – SECEMU, Madrid. 564 pp.

Naves, J., Fernández-Gil, A. (2007). Ursus arctos Linnaeus, 1758. Pp. 321-323. En: Palomo, L. J., Gisbert, J., Blanco, J. C. (Eds.). Atlas y libro rojo de los mamíferos terrestres de España. Dirección General Para la Biodiversidad – SECEM – SECEMU, Madrid. 586 pp.

Naves, J., Palomero, G. (1993c). Distribución del oso pardo en la Cordillera Cantábrica. Pp. 35-46. En: Naves, J., Palomero, G. (Eds.). El oso pardo (Ursus arctos) en España. ICONA, Madrid.

Notario, R. (1964). El oso pardo en España. Ministerio de Agricultura. Madrid.

Nores, C., Naves, J. (1993). Distribución histórica del oso pardo en la península Ibérica. Pp. 13-33. En: Naves, J., Palomero, G. (Eds.). El oso pardo (Ursus arctos) en España. ICONA, Madrid.

Parde, J. M., Camarra, J. J. (1992). L’ours (Ursus arctos Linnaeus, 1758). Encyclopédie des Carnivores de France, nº 5, SFEPM. 43 pp.

Servheen, C. (1989). The Status and Conservation of the Bears of the World. Eight Int. Conf. Bear Res. and Management Series nº 2: 1-29.

 

Francisco J. Purroy
Departamento de Biovidersidad y Gestión ambiental
Facultad de Biología, Universidad de León

Fecha de publicación: 15-12-2008

Otras contribuciones: 1. Alfredo Salvador. 29-03-2017

Purroy, F. J. (2017). Oso pardo – Ursus arctos. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/

 

 

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